lunes, 8 de septiembre de 2008

Un zapato en la vía

Hay un zapato, una sandalia, muerta, entre dos vías de tren. Una. Sólo una. Muerta. Entre dos vías, entre dos vidas. Dos vidas que se cruzaron en dos direcciones. Una quería la Luna, la otra, se conformaba con el mar. Dos trenes que se besaron una noche de verano. Trenes que bordean el rostro de un reflejo de Luna.

Hay una sandalia en el mar, al otro lado de las vía. Sólo una. Una sandalia viva que respira rayos de Luna y que todas las noches hace el amor con ella, con ella y con el mar. Es la sandalia que un día se enamoró de un beso, de un beso de dos trenes con caminos opuestos, paralelamente opuestos.

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