miércoles, 21 de abril de 2010
Elegía
martes, 20 de abril de 2010
lunes, 19 de abril de 2010
KORAPILOEN ORBAINAK
eta orbainak
hildako orri puxketan suizidatutako hitzak
orbainak
zure begiradaren isiltasunean
Hitzak orain korapilo nire eztarrian,
hitzak hiltzear nire begietan
Jaio aurretik hiltzear
ixiltasunean
Zure begiradaren orbainen beldur
Eta hitzak oroitzapen
eta hitzak zauri
eta orbainak berriz ere zauri
zure hitzen korapiloetan
jueves, 15 de abril de 2010
Amor verbal
En eso éramos expertos.
Le dábamos a la lengua con una soltura gramatical inigualable.
Mordisqueábamos verbos y sorbíamos perífrasis, pero también acariciábamos metáforas y abrazábamos hipérboles apasionadamente.
Entre nuestros labios superiores,
fluían invisibles las haches
y por los inferiores,
se escabullían silenciosas las eses.
¡Y qué bien lo hacíamos!
Éramos unos auténticos profesionales.
Los preliminares siempre constaban de lo mismo: dos o tres oraciones simples para empezar, algún que otro silencio y poco a poco la aproximación al análisis sintáctico exhaustivo.
Las oraciones copulativas también formaron parte del juego a veces, las menos; porque nosotros realmente hacíamos el amor verbal.
Y en aquella ceremonia tan nuestra, cada palabra nos excitaba más que la anterior hasta convertirse en un fluir incontrolable de fonemas,
un intercambio espontáneo de genialidades lingüísticas improvisadas,
un torrente inagotable de ideas que en puentes de oraciones enlazaban entre comas con las del otro.
Nosotros creábamos amor en palabras y lo hacíamos estupendamente.
domingo, 11 de abril de 2010
El malecón
Aquí y ahora
jueves, 8 de abril de 2010
Doña Margot (Locura, sana)
Para la gente del pueblo había perdido la cabeza, estaba loca y constantemente se podían oír historias descabelladas sobre la mujer. Una de las historias que contaban de doña Margot era, que de vez en cuando, algunas noches, salía desnuda al huerto trasero y se ponía a bailar al ritmo de alguna canción que albergase su cabeza. Todo un espectáculo.
Doña Margot apoyaba la locura, le encantaba la locura, sana (como ella la definía). En todo ser reside una cantidad de locura que con los años va aumentando. Según el camino que se escoja esa cantidad varía. La única diferencia entre la locura conocida por las personas del pueblo y la locura sana, es la persona que la padece. No depende de nada más. Es el individuo quién elige que hacer con ella y doña Margot ya lo tenía decidido. Bailaba bajo la luna en su huerto, perseguía a las gallinas y se bañaba de vez en cuando completamente desnuda en un pequeño lago cercano a su terreno. Bebía vino todas las noches mientras recitaba los viejos poemas de su marido. Todo era pura fantasía para doña Margot, todo lo que hacía la llenaba de una energía que nadie podía explicar, nadie sabía que pasaba con la mujer, pero lo que realmente sucedía ya lo dejaba claro la vieja doña Margot. ¿Cómo no podéis saltar de alegría cada mañana, besar a vuestra mujer, pasear por los campos bajo el sol o reír en la tormenta? Intentad comprender lo que os rodea, el sonido del primer pájaro al alba y entonces bailareis en vuestros huertos, perseguiréis a las gallinas y os bañaréis desnudos. Solo entonces me dejaréis de tomar por loca y comprenderéis la maravilla de la locura, sana"