martes, 27 de octubre de 2009

-Oda al Libro.-

Cuando un libro es abierto,
ningún sueño queda
a la intemperie del olvido.

Es el lugar predilecto,
el llamado hogar,
donde la memoria de la esperanza de unos pocos
quedó plasmada.

Esperamos un amigo,
un confesor, un apoyo,
Y solo requieren calor,
consideración y un poco de amor.

Los sueños,
enormes en el corazón
y fugaces en el tiempo,
pronto no serían más que recuerdos borrosos
en una alcoba seca,
Seca, seca y reseca,
vacía de amantes temerosos de su timidez,
sino fuese por éste,
¡Elo aquí al culpable!
El libro.

No se atrevan pues, a decirme
que un libro no es más que un cúmulo de historias.

Si escribo,
no es sólo por el afán egoísta,
desesperado
y quimérico
de ser recordado:

Mi yo.
Este yo infinito.
este yo que me siento,
que me temo,
que me limito.
Como creo recitar
del maestro Don miguel.

Sino,
por la esperanza, la corazonada,
de que mis sueños no sean fusilados
cuando la brillante guillotina del tiempo
caiga sobre mi pescuezo.

Y así,
yo escribiendo
y ustedes conociendo,
recordemos
el verdadero valor del libro
Y del hombre.

Los hombres, por lo tanto, señores míos,
no somos más
que el instrumento para tan honrosa empresa.

Y los libros,
no son más que escritos,
cápsulas en el tiempo,
para que los sueños
no se mueran de frío.

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