lunes, 28 de julio de 2008

Una foto de París

París es una fotografía descolorida en un estanco del barrio de La Zaga.
En el mostrador, gordo y sudoroso se apoya un viejo marinero. Un repentino miedo al agua le cerró de golpe la juventud y su negocio en la mar. Dejole desterrado de las llanuras azules del cantábrico, fumando tabaco barato en una pipa roída por el tiempo y desgastada por la vida.
Son las once de la mañana. Domingo.
Como todos los días a la misma hora entra Juanito El chivo a por un periódico nuevo y grita:
-¡Paco, chaval! ¿Qué tal la vida?
-Pues mal, hombre, pues mal.
Dos minutos y Paco, el marinero con miedo a lo grande, a lo azul al agua y al amor, vuelve a dormitar sobre el mostrador y yo, en un banco en la entrada, dejo mis poesías y miro a París. París la hermosa. París la verdadera.
París es una fotografía descolorida en un estanco de la Zaga. La bohemia, un sueño que se destiñe poco a poco entre tabaco y rayos de sol.
El verano se arrastra entre nosotros agobiante y pegajoso, cálido, brea en nuestras manos. Nos inunda, adormece y traga.
París es una foto decadente en un estanco de La Zaga.
Y dentro se oye:
-¡Paco, chaval! ¿Qué tal la vida?
-Pues mal, hombre, pues mal.
Lo de siempre, una vez más. ¿Cuántas van ya? ¿Cuatro? ¿Seis, quizá? Por eso me gusta el estanco. Es tranquilo, repetitivo, previsible… ¿O quizá sea por ella?
Por ella, sí, por ella.
Son las doce de la mañana. Domingo.
Como todos los días a la misma hora entra Louise a por un paquete de pitillos y grita:
-¡Paco, chaval! ¿Qué tal la vida?
Es casi como un santo y seña, una señal clara de que eres de aquí, de que tendrás problemas para pagar pero de que lo sientes. Sabes que la vida va mal. A ti también. Pero lo preguntas. Porque Paco es un buen hombre y tu no le puedes pagar lo que le compres hoy.
-Pues mal, linda, pues mal.
Va a salir. Va a volver a escapar, a desaparecer. ¡No! ¡Nunca! Me pongo de pie, me acerco a la entrada, choca contra mí y… echa a volar. Se convierte en una de las golondrinas oscuras de Bécquer y no mira atrás.
Caigo, como herido por un rayo y contengo mis lágrimas al tiempo que me doy cuenta de que es otra vez ese sueño.
Miro a París. París es una fotografía desgastada en un estanco de La Zaga.

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