domingo, 17 de enero de 2010

Huyo


Huyo. Huyo de la carrera de las sombras
que corren entre las ruinas de los parlamentos
a través de la destrozada ciudad de los ideales.

Huyo, y en la distancia la contemplo.
Contemplo la cruel carrera de miedos y ambiciones.
¡Vacía competición, llena de tormentos!

Las sombras llegan corriendo desde la nada
y, bajo la atenta mirada de las gárgolas,
hacia la nada de nuevo se dirigen.

Las sombras compiten sin sentido.
Sin saber por qué. Sin saber para qué.
Sin saber que corren en círculos.

Por un momento las observo, sí.
Y, a medida que mi piel se tiñe de esperanza,
doy media vuelta y huyo.

Y huyo, sí. Huyo con la sonrisa del viento
y un amanecer tatuado en mi mirada.
Sin saber a dónde, pero huyo.

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