jueves, 28 de mayo de 2009

Siempre hay una papelera más

Cogió un pañuelo para sonarse la nariz “¡alergia de mierda!” Se sonó y lo guardó en el bolsillo, junto con Pablo y su “¡cállate de una vez!” Siguió andando por el parque, lleno de flores, lleno de polen. Atravesó las terrazas donde los guays se sentaban a tomar un cafetito a las once de la mañana en “el decanso”. Volvió a sacar el pañuelo, esta vez estornudó la bronca con su madre “¡parece mentira!con todo lo que he hecho por ti…” “¡alergia de mierda!”; sacó otro pañuelo mientras se metía el que estaba ya lleno en el bolsillo a pesar de que tenía una papelera delante de sus narices “siempre hay una papelera más” Efectivamente, el parque estaba plagado de ellas, había una a cada paso. Siguió andando y estornudando y moqueando las lloreras de Laura que últimamente no dejaba de tener problemas con Rubén y las exigencias de su jefa, esa gafotas que no paraba de pedirle trabajos siempre para ayer “¡alergia de mierda!” Tenía los bolsillos llenos de pañuelos húmedos y empezó a meterlos en el bolso “pronto se me acabarán los kleenex y a ver qué hago entonces” Su nariz siguió goteando y su paso se iba ralentizando a medida que cruzaba el parque. Se sentía pesada, llevaba demasiados pañuelos en los bolsillos y aquel polen… Empezó a tener dificultades para respirar y poco a poco vio cómo las flores que la rodeaban empezaban a volverse fosforitas, aunque asustada, aquello le arrancó una pequeña sonrisa. Zarandeándose siguió atravesando el parque entre la hilera de papeleras que bordeaban el paseo central. Estaba cerca de la salida y pronto alguien la socorrería, estaba a tres o cuatro pasos, a dos papeleras, y cayó sobre una de ellas, porque siempre hay una papelera más, hasta que llegas al final del parque, lleno de polen.

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