sábado, 9 de mayo de 2009

-Globales y delirios.-

Nervios. La hoja en blanco, la mente tres cuartos. Toda carta de improvisación está fuera de servicio. Media hora y no has escrito más que tu nombre.
“De esta no me libro” piensas.
Ni la fecha has escrito. ¿Te da miedo que se pueda localizar tu fracaso en un tramo temporal? Miras con la cara compungida en derredor. Todos con la cara pegada al pupitre y otros se estiran disimuladamente para buscar ayudas en una palma de la mano, o un papelín en el redoble de una manga o de una falda.
Deseas que te trague la tierra. No sabes por donde cogerlo y tan solo se te repite el deseo de que alguien entre por la puerta y te pegue el tiro de gracia. Sudores fríos recorriendo tu espalda y escalofríos por todo el cuerpo… Ha llegado tu hora…

Todo oscuro. Efectivamente estas empapado de sudor y babas, pero tan solo era una pesadilla. Pasas las manos por tus moradas ojeras y te quitas de encima una ingente cantidad de legañas. “Jodido susto” piensas. “Jodidos globales” rectificas. Al pasó que vas, ya tres noches con las mismas pesadillas, sin dormir, y todavía no has hecho el primer examen, no llegarás al Domingo sin que te de algún delirio o un desmayo.
Te levantas y te diriges a base de palpaciones y traspiés hacia la cocina. Le das al interruptor y entras antes de que llegue a encenderse. Las luces parpadean durante unos segundos con un zumbido constante y penetrante hasta que finalmente se ponen de acuerdo en encenderse del todo. Para entonces, tú ya has alcanzado un vaso y la botella de Coca- Cola. ¡Eso coño! Más nervios al sistema. Como si no estuvieras ya suficientemente nervioso.
Al abrir la nevera para dejar la botella, descubres en la estantería de arriba junto a la ensalada de pimientos el peluche de un gatito en posición fetal como durmiendo. Te quedas mirándolo un tendido rato, quizá unos segundos, o quizá un cuarto de hora… Eso es lo bueno de la noche, que el tiempo es como si se detuviese.
No te preguntas ni que hace ahí, simplemente sueltas un bufido de envidia por la suerte que tienen algunos de poder dormir jodidamente bien aunque sea al lado de unas hortalizas y a una temperatura de 6º grados.
Sales de la cocina y vas al baño…¡Las luces, alma de cántaro, que estamos en crisis y no podemos despilfarrar de esta forma!… ¡Bien! Así está mejor, ya podemos seguir. ¿Por dónde…
¡Ah sí! Estas sentado en el inodoro mirando al espejo. Mirando tu reflejo. Mirando tu reflejo en el reflejo de tus ojos que se ve reflejado en le espejo. Eres ridículo. Estas tan dormido que te has sentado con la tapa bajada y los pantalones puestos. ¡ESPABILA! Tendremos que acabar esto en alguna ocasión ¿No? No quiero estar aquí relatando hasta el amanecer.
Alargas la mano a por papel higiénico y para tu suerte no queda. Rebuscas en los cajones y Dios sabe porque abres la ducha… Allí para sorpresa mía y regocijo tuyo, hay un paraguas negro abierto en cuya punta hay un rollo de papel sin estrenar. ¡Manda narices! Ya decía yo que dormir tan poco te pasaría factura… el gato en la nevera, embobarte con el reflejo, y ahora esto. Un paraguas en una ducha con un rollo de papel…
Tira a la cama, que falta te hace y cuidado con la puerta del pasillo, que esta entreabierta y te la puedes comer, como hace unos meses que por el golpe, caíste al suelo y empezaste a sangrar de la nariz.
Eso es, métete en la cama con cuidado. Descansa pispajo, que mañana será un nuevo día para poder estudiar donde no recordarás seguramente nada de esta noche. Tan solo dices unas palabras antes de volver a inmiscuirte en tus pensamientos y adentrarte en cuerpo y alma a tu subconsciente: “Buenas noches y buena suerte”

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