martes, 16 de junio de 2009

-Mister Pepels.-


Yo jugaba en mi habitación con la pelota cuando mamá llegó del hospital. Papá me dijo que mamá estaba muy cansada y que necesitaba descansar.
Papá tenía los ojos rojos e hinchados.
Nos sentamos a ver la tele y yo fui corriendo a mi habitación para coger a Mister Pepels, mi dinosaurio verde con el que siempre veía la tele y que por las noches me protegía de los monstruos del armario.
Tras los dibujos animados, empezó el telediario con una noticia: “La polémica aumenta ante la nueva propuesta de la ley del aborto que…”

-Papá. ¿Qué es el aborto?-

Papá apagó la tele y se fue a la terraza a fumar.

Aquella noche mamá no me acostó con un beso en la frente.

Al día siguiente, jugué con Mister Pepels al balón y pinté un dibujo de Papá, mamá, Mister Pepels, mi hermanito y yo.

Hace ya mucho tiempo que papá y mamá me dijeron que iba a tener un hermanito pequeño.
Yo le enseñaría a jugar a la pelota y a tirarse por el tobogán. Porque aunque tenía cuatro años, ya sabía subir yo solo las escaleras. Y también jugaríamos con Roberto y Miriam, la hermana pequeña de Roberto.

Cuando terminé el dibujo, fui corriendo a la sala de estar donde papá y mamá estaban juntos. Mamá estaba muy pálida y tenía también los ojos rojos e hinchados como papá.
Me acerqué y dejando el dibujo sobre la mesa dije:

-¡Mirad! Este es papá, esta eres tú, mamá, este soy yo, Mister Pepels y este pequeño es mi hermanito. ¿Cuándo va a venir? ¿Podré enseñarle a subir al tobogán y a jugar a la pelota?-

Mamá rompió a llorar y corrió a su habitación cerrando la puerta con un sonoro portazo.
Papá encendió un cigarrillo y empezó a llorar.

-¡Papá! ¿Por qué lloras? ¿Y porqué mamá está así? ¿Está malita? ¿He hecho algo malo?-

-No cariño. No has hecho nada Lo que pasa es que tu hermanito no va a poder venir. No ha sido culpa tuya. Tú te portas muy bien. Lo que pasa es que mamá tuvo algunos problemas y….-

Cuando terminó, me fui sin decir nada a la habitación a por Mister Pepels. Me senté en el sofá y encendí la televisión donde una señora muy seria hablaba acerca de la nueva ley del aborto. Me levanté y apagué la tele.

Ya no podría enseñarle a jugar a la pelota, ni a bajar por el tobogán. Ni tampoco, podríamos jugar con Roberto y Miriam, los cuatro juntos.

Me volví a mi habitación y junto con Mister Pepels empecé a rodar la pelota contra la pared. Y esta volvía y yo la volvía a lanzar.
Al menos, tenía a Mister Pepels para poder jugar.

Miré el dibujo. Lo cogí y lo tiré a la basura. Ya no servía. Él no vendría.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hay algun mensaje subjetivo en este texto??